Las dictaduras en latinoamérica




FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA 



Es una forma de gobierno que se caracteriza fundamental mente por la falta de control democrático en la gestión pública. El poder se concentra en torno a la figura de un solo individuo (dictador), generalmente a través de la consolidación de un gobierno de facto, que se caracteriza por una ausencia de división de poderes 

El origen de las dictaduras es en roma en casos de guerra o estados de emergencia dotaba a un hombre de poderes absolutos durante un periodo máximo de 6 meses sin que por ello quedase derogado el ordenamiento político y jurídico existente.


Una dictadura militar es una forma de gobierno autoritario en la cual, en mayor o menor grado, las instituciones ejecutivas, legislativas y jurídicas son controladas por las fuerzas armadas que impiden cualquier forma de control democrático. Suelen originarse como consecuencia de la supresión del sistema de gobierno existente hasta entonces tras un pronunciamiento militar o golpe de estado. Las dictaduras militares generalmente han justificado su presencia en el poder como una manera de traer la "estabilidad política para la nación o de rescatarla de la amenaza de "ideologías peligrosas"". Los regímenes militares tienden a retratarse como independientes, como un partido "neutral" que proporciona una dirección interina apartidista en épocas de la agitación, al tiempo que presentan a los políticos civiles como corruptos e ineficaces.[cita requerida] Una de las características casi universales de un gobierno militar es la institución de la ley marcial o de un estado de la emergencia permanente, mediante la cual se eliminan todas las garantías jurídicas (derechos civiles, políticos e incluso sociales) que protegen a las personas contra el abuso del Estado. Los regímenes militares generalmente no respetan los derechos humanos[cita requerida] y utilizan la fuerza y la represión para silenciar a los disidentes y opositores políticos. 


Como ya se sabe, la mayor parte de los dictadores militares latinoamericanos fueron formados en la Escuela de las Américas, institución que en el contexto de la Guerra Fría garantizó la fidelidad de los ejércitos latinoamericanos a la política exterior de los Estados Unidos. En el caso de América Latina se usó habitualmente como pretexto la amenaza del comunismo. La dictadura militar típica en América Latina es la dirigida por una junta o un comité integrado por la dirección del Estado mayor de los militares. Así fue como ocurrió en Argentina, entre 1976 y 1983, años en que fue gobernado por juntas militares integradas por los más altos representantes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. En este caso, el presidente de la junta, primero entre iguales, suele asumir a menudo personalmente la jefatura del estado, pero luego va rotando. Así ocurrió con el general Jorge Rafael Videla, quien asumió el poder en Argentina tras el golpe de Estado de 1976, y en cierta forma en Uruguay entre 1973 y 1984, aunque allí hubo civiles que oficiaron de "fachada" cívico-militar. En Chile la situación con el general Augusto Pinochet Ugarte, quien ostentó el poder en ese país entre 1973 y 1990 fue algo diferente, ya que asumió en el mismo contexto de presidente de la Junta, pero luego consolidó el poder en torno a su figura y lo ejerció hasta el final del período, prolongándose incluso como senador vitalicio en la transición a la democracia. Algo muy parecido realizó Dési Bouterse en Surinam. Otras están en las manos de un solo oficial, generalmente el comandante en jefe del ejército. Ese fue el caso de Bolivia, con la dictadura del general Hugo Banzer, entre 1971 y 1978. En Paraguay sobrevivió como dictador militar el general Alfredo Stroessner, quien gobernó ese país durante treinta y cinco años, desde 1954 hasta 1989. También fue el caso de Perú con el dictador Juan Velasco Alvarado, desde 1968 a 1975, denominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, luego gobernado por Francisco Morales Bermúdez. Otro dictador militar que se mantuvo por mucho tiempo fue Anastasio Somoza García, quien gobernó Nicaragua entre 1936 y 1956 y estableció una dinastía familiar que gobernó el país hasta 1979. También en Colombia entre 1953 y 1957 el general Gustavo Rojas Pinilla dio un golpe de estado lo cual le entrego el poder del país. Como todas las dictaduras, una dictadura militar puede ser oficial u oficiosa (algunos dictadores militares, como Manuel Noriega en Panamá, aparecían como nominalmente subordinados al gobierno civil, no obstante ser el hombre fuerte del régimen). El grado de control por parte de los militares sobre la sociedad civil es variable, existiendo situaciones más o menos mixtas, donde los militares ejercen una influencia muy fuerte sin ser enteramente dominantes. 

A partir de la década de 1990, las dictaduras militares se han reducido. Existen diversas causas: las dictaduras militares no tienen una excesiva legitimidad y credibilidad internacionales; además, el final de la Guerra Fría y el derrumbamiento de la Unión Soviética hicieron más difícil para las dictaduras militares utilizar el pretexto de la amenaza del comunismo como justificación para sus acciones. 
                       



           Países que tuvieron una dictadura militar en América latina


Argentina (1930-1932; 1943-1946; 1955-1958; 1962-1963; 1966-1973; 1976-1983) 

Brasil (1889-1894; 1930-1945; 1964-1985) 

Chile (1924-1925; 1927-1931; 1973-1990)
Colombia (1953-1958) 
Costa Rica (1868–1870; 1876–1882; 1917-1919) 
Cuba (1933; 1952-1959) 
República Dominicana (1899; 1930-1961) 
Guatemala (1944-1945; 1954–1957; 1957–1966; 1970–1986)
Haití (1950; 1956-1957; 1957-1990; 1991-1994)
Honduras (1956-1957; 1963-1971; 1972-1982)
México (1853-1855; 1876; 1877-1880; 1884-1911)
Nicaragua (1937-1979) 
Panamá (1968-1989) 
Paraguay (1940-1948; 1954-1989)

Perú (1842–1844; 1865–1867; 1872; 1879–1881; 1914–1915; 1930–1931; 1948–1950; 1962–1963; 1968-1980) 

Surinam (1980-1988)

Uruguay (1865-1868; 1876–1879; 1933-1938; 1973-1985)

Venezuela (1858-1859; 1859-1861; 1861-1863; 1908-1913; 1922-1929; 1931-1935; 1948-1958)


                                
                          


                                   Operación Cóndor
La Operación Cóndor o Plan Cóndor es el nombre con que se conoce el plan de
coordinación de operaciones entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América —Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador—con la CIA de los Estados Unidos,llevada a cabo en las décadas de 1970 y 1980. 

Esta coordinación se tradujo en "el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios con tortura, traslados entre países y desaparición o muerte de personas consideradas por dichos regímenes como 'subversivas del orden instaurado o contrarias al pensamiento político o ideológico opuesto, o no compatible con las dictaduras militares de la región'". El Plan Cóndor se constituyó en una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política.

Un antecedente directo de estas operaciones fue el Decreto Noche y Niebla de Adolf Hitler. Un historiador estadounidense atribuye a un operativo de la CIA la organización de las primeras reuniones entre funcionarios de seguridad uruguayos y argentinos para discutir la vigilancia de los exiliados políticos y también su actuación como intermediaria en las reuniones entre los dirigentes de los escuadrones de la muerte brasileños y los argentinos y uruguayos.
Pero Estados Unidos hizo más que organizar los encuentros. La división de servicios técnicos de la CIA suministró equipos de tortura a brasileños y argentinos (entre otros) y ofreció asesoramiento sobre el grado de shock que el cuerpo humano puede resistir, señala también el mismo autor. 
En 2007, la profesora estadounidense Patrice McSherry, de la Long Island University, mediante un documento secreto de la CIA, fechado en junio de 1976, confirma el secuestro y tortura de refugiados chilenos y uruguayos en Buenos Aires. Según ella, dichos planes emanaron en la década de 1960 en la Escuela de las Américas y las Conferencias de Ejércitos Americanos, mediante las cuales Estados Unidos enseñó a los oficiales instruidos en ellas acciones "preventivas" (torturas) en la región. Un documento desclasificado de la CIA con fecha 23 de junio de 1976, explica que ya "a principios de 1974, oficiales de seguridad de ArgentinaChileUruguayParaguay y Bolivia se reunieron en Buenos Aires para preparar acciones coordinadas en contra de blancos subversivos". 

La Operación Cóndor fue un pacto criminal que se puso en marcha cuando se contó con una verdadera red de dictaduras en el Cono Sur y en América Latina. El general Alfredo Stroessner llevaba ya una década en el poder en Paraguay, desde 1954. Así como cuando los militares brasileños derrocaron al gobierno democrático y popular de João Goulart, en 1964. Después de una serie de golpes de Estado en Bolivia llegó al poder el general Hugo Bánzer en 1971. 
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet bombardea el palacio presidencial de La Moneda, derrocando al presidente socialista Salvador Allende. Coincidiendo con el plan general de “ajustar” el Cono Sur, donde crecían movimientos populares de envergadura, también en 1973, se instaló la dictadura cívico-militar en Uruguay. Así mismo, sólo tres años después, el 24 de marzo de 1976, una junta militar, presidida por el general Jorge Rafael Videla, tomó el poder en Argentina, país en el cual había comenzado a actuar la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) desde el 21 de noviembre de 1973, cuando Juan Domingo Perón todavía era presidente. La Triple A actuó en una coordinación criminal, con la dictadura de Pinochet en Chile. Esto surgirá en las investigaciones sobre la Operación Colombo, un modelo de guerra sucia que se ejecutó en 1975. 


Los "archivos del terror" también revelaron la cooperación, en mayor o menor grado, de los gobiernos de Colombia y de Venezuela (se supone que Luis Posada Carriles se encontraba en la reunión secreta que ordenó el asesinato de Orlando Letelier con un coche bomba). Se ha alegado también que la organización paramilitar colombiana conocida como Alianza Americana Anticomunista puede haber cooperado con la Operación Cóndor. Brasil firmó el acuerdo más tarde, en junio de 1976, y se negó a involucrarse en acciones fuera de América Latina.
El asesinato del general chileno Carlos Prats en Argentina y del ex ministro del gobierno de Salvador Allende, Orlando Letelier en Estados Unidos, fueron partes de la operación, además del atentado para asesinar en Roma a Bernardo Leighton, organizado por el terrorista italiano Stefano Delle Chiaie, quien era un miembro de la Operación Gladio. Quien accionó la ametralladora que hirió gravemente a Bernardo Leighton y a su esposa, fue el terrorista de origen cubano Orlando Bosch Ávila. En Madrid intentaron secuestrar a líderes del MIR chileno mientras que en Roma operaron contra disidente políticos argentinos. 
Los agentes de la Operación Cóndor actuaron tanto en países de América Latina como en Estados Unidos y Europa. 
Con Vincenzo Vinciguerra, el italiano Stefano Delle Chiaie ha hablado sobre los asesinatos de Prats y Letelier; según él, participó en las dos operaciones, el ciudadano estadounidense Michael Townley ex agente de la CIA. El terrorista cubano-estadounidense Luis Posada Carriles también participó en la reunión en la que se decidió asesinar a Orlando Letelier, quien se había exiliado en Estados Unidos de Norteamérica. Además, según investigaciones actuales, puede ser que Eduardo Frei Montalva haya sido asesinado por veneno creado en la Colonia Dignidad. 
El 30 de septiembre de 1974, en Buenos Aires, el retirado general del ejército chileno Carlos Prats fue asesinado junto con su esposa Sofía Cuthbert, fuera de su propio departamento, por una bomba activada a control remoto, lanzando los restos hasta el balcón planta novena del edificio de enfrente. 
Según documentos secretos entregados a la prensa, el agente de la DINA Juan Morales Salgado vigilaba los detalles de la vida de Prats y su esposa. Días antes del atentado de Prats y su esposa habían iniciado trámites secretos para dejar el país. El autor material del atentado fue el ciudadano estadounidense Michael Townley, agente de la CIA 
Sin embargo, las operaciones no siempre se trataron de asesinatos, también se ocupaban de la captura y entrega de personas consideradas "sediciosas" o "subversivas" por los distintos regímenes dictatoriales. Un caso de importante repercusión fue el del matrimonio Zaffaroni, quienes fueron secuestrados y desaparecidos en Argentina el 27 de septiembre de 1976. Ambos fueron llevados al centro clandestino Automotores Orletti y luego trasladados a Uruguay. Este caso tomó relevancia en 1998 al ser encontrada la hija de la pareja, Mariana Zaffaroni Islas, quien había sido apropiada por un agente de la Secretaría de Inteligencia. 
En 1980, dos inspectores de la DOPS (Departamento de Orden Político y Social, una rama oficial de la policía a cargo de la represión política durante el régimen militar) fueron condenados por la Justicia brasileña, los hombres armados que habían detenido a los periodistas en el apartamento de Lilian en Porto Alegre. Eran João Augusto da Rosa y Orandir Portassi Lucas (un ex jugador de fútbol conocido como Didi Pedalada), ambos identificados como participantes en la operación de secuestro por parte de los periodistas y la pareja de Uruguay, lo que sin duda confirma la participación del Gobierno del Brasil en la Operación Cóndor. En 1991, a través de la iniciativa del gobernador Pedro Simón, el Estado de Rio Grande do Sul reconoció oficialmente el secuestro de los uruguayos y los compensó por él, inspirando al gobierno democrático del presidente Luis Alberto Lacalle de Uruguay a hacer lo mismo un año después.

El Plan Cóndor fue una operación similar a la estrategia de la tensión utilizada en Italia en los setenta, la cual estaba dirigida por la llamada Operación Gladio, de la que Licio Gelli fue un miembro.
El Plan Cóndor fue establecido el 25 de noviembre de 1975 en una reunión realizada en Santiago de Chile entre Manuel Contreras, el jefe de la DINA (policía secreta chilena), y los líderes de los servicios de inteligencia militar
de Argentina (gobernada por Isabel Martínez de
Perón), Bolivia, Paraguay y Uruguay (estos últimos con gobiernos militares). 
A partir de 1976, la DINA chilena y su par argentino, la SIDE, fueron la vanguardia del Plan Cóndor. Los "vuelos de la muerte" también fueron ampliamente utilizados durante la Guerra de Independencia de Argelia (1954-1962) por las fuerzas francesas, a fin de que los cadáveres, y por lo tanto las pruebas, desaparecieran. También existieron muchos casos de robo de bebés en la dictadura cívico-militar Argentina.





De acuerdo con estos archivos, otros países como Perú cooperaron en diversos grados, proporcionando información de inteligencia en respuesta a las peticiones de los servicios de seguridad los países del Cono Sur. A pesar de que Perú no se encontraba en la reunión secreta de noviembre de 1975 en Santiago de Chile, hay pruebas de su colaboración con los regímenes del Cono Sur. Por ejemplo, en junio de 1980, se conoció que el gobierno de Perú colaboró con agentes argentinos del Batallón de Inteligencia 601 en el secuestro, tortura y desaparición de un grupo de Montoneros que se encontraban exiliados en Lima. 

El evento con mayor reconocimiento internacional fue el objeto la represión de Uruguay en Brasil en un evento que ocurrió en noviembre de 1978 y, más tarde conocida como la "O sequestro dos uruguaios», es decir, "El secuestro de los uruguayos". En aquella ocasión, bajo el consentimiento del régimen militar brasileño, altos oficiales del ejército uruguayo viajaron en secreto con dirección a Porto Alegre, capital del Estado de Rio Grande do Sul. Allí secuestraron a una pareja de militantes de la oposición política uruguaya, Universindo Rodríguez Díaz y Lilian Celiberti, junto con sus dos hijos, Camilo y Francesca, 8 y 3 años de edad. 
La operación ilegal fracasó cuando dos periodistas brasileños --el reportero Luiz Cláudio Cunha y el fotógrafo João Baptista Scalco, de la sucursal de la revista Veja en Porto Alegre -- alertados por una llamada telefónica anónima, fueron al departamento donde vivía el matrimonio, en el barrio del Menino Deus de la capital gaúcha. Allí, confundidos con compañeros de los uruguayos, los periodistas fueron recibidos por hombres armados que mantenían retenida a Lílian. Universindo y sus hijos ya habían sido llevados a Uruguay clandestinamente. La inesperada llegada de los periodistas rompió el sigilo de la operación, que rápidamente fue desmontada para llevar también a Lílian a Montevideo. 

PDF del libro " El secuestro de los uruguayos" de Luis Cláudio Cunha https://rosaluxspba.org/wp-content/uploads/2017/07/El-secuestro-de-los-uruguayos-web.pdf




 www.youtube.com/watch?v=G7499Em-ygU

















Actualmente, las dictaduras ya no nacen como las de antes, los mecanismos han cambiado.
Lo que sucede hoy en algunos países de américa latina no son resultados de golpes de estado militares, en los casos de Brasil, Honduras y Paraguay, la destitución de los presidentes fue llevada a cabo ( mediante parodia constitucional) por el poder legislativo en combinación con el poder judicial y mediático. Todos procedimientos parlamentarios exprés, para sustituir a los presidentes por los vices y luego elecciones. Si a la concentración de poder, le sumamos el poder de los medios y el poder económico nos encontramos ante un grupo de personas con una capacidad de control muy similar a la de una dictadura.
Las fuerzas armadas, la policía, son estructuras que siguen prácticamente igual que durante las dictaduras. Sobre todo en países que no han juzgado a los responsables de las torturas, asesinatos y secuestro de personas.
La nueva estrategia es generar clima de caos, inseguridad y descontrol, para que dichas fuerzas actúan en la defensa del pueblo. Sin ser conscientes que son manipulados por los medios de comunicación, con mentiras fabricadas.

De esa manera, generamos miedo y podremos controlar a la gente y al país. Pero sobretodo sus recursos, qué es el mayor de sus intereses.

"En el caso venezolano la intervención directa de Estados Unidos busca recuperar (re colonizar) la mayor reserva petrolera del mundo en momentos en que el reinado del petrodólar (fundamento de la hegemonía financiera global del Imperio) entra en declinación rápida ante el ascenso de China (el mayor comprador internacional de petróleo) que busca imponer su propia moneda respaldada por oro (el petro-yuan-oro) en alianza precisamente con Venezuela y otros gigantes del sector energético como Rusia e Irán.

En Bolivia el aparato de inteligencia imperial realiza una de sus manipulaciones de manual inspirada en la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación. Pone en acción sus apéndices mediáticos locales y globales intentando desplegar la histeria (en este caso racista) de franjas importantes de las clases medias blanca y mestiza contra el presidente indio. Aquí no solo se trata de barrer a un gobierno progresista sino de apropiarse de las reservas de litio, las mayores del mundo (según distintas prospecciones Bolivia contaría con aproximadamente el 50 % de las reservas de litio del planeta), pieza clave en la futura re conversión energética global. "

Las nuevas dictaduras, presentan su mejor imagen democrática, respetuosa de las leyes y manteniendo las elecciones previstas. La censura se disimula, los opositores reciben juicios "justos" llevados a cabo por jueces. Los medios de comunicación distraen con otras noticias y ocultan otras. Una gran máscara democrática, que se mueve utilizando los mismos engranajes de antaño, pero con una aparente normalidad constitucional. Ya no veremos los tanques en la puerta del parlamento, el parlamento se maneja sin necesidad de toda esa parafernalia.
Debemos estar atentos, pueden cambiar los métodos, pueden ponerse las caretas que quieran, pero detrás de esas mascaras, detrás de tanta manipulación, siguen estando los mismos grupos de poder.  Y cuando nos demos cuenta, puede ser demasiado tarde.








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